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Una política basada en el insulto y la confrontación solo nos lleva hacia una sociedad más dividida y polarizada
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha vuelto a desatar la polémica al rechazar reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una de las rondas bilaterales que este último está celebrando con los presidentes autonómicos. La excusa de Ayuso ha sido la supuesta “difamación” que, según ella, Sánchez habría lanzado contra su gestión. Sin embargo, lo que realmente llama la atención es la larga lista de insultos que Ayuso ha vertido contra el presidente del Ejecutivo en el último año. ¿Es este el nivel de la política en España?
UNA GUERRA ABIERTA BASADA EN EL INSULTO
¿Hasta cuándo va a seguir Ayuso utilizando el insulto como arma política? Desde noviembre de 2023, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha lanzado un ataque tras otro contra Pedro Sánchez, que va mucho más allá de las diferencias políticas. Lo que empezó con un comentario captado por las cámaras en plena sesión de investidura —cuando la presidenta madrileña llamó “hijo de puta” a Sánchez— se ha transformado en una escalada verbal que no parece tener límites. Ayuso no se corta a la hora de utilizar el insulto personal como herramienta política, evidenciando una estrategia basada en la confrontación y el desprecio.
Durante una entrevista con Ok Diario, Ayuso se refirió a Sánchez como una “llorona” y lo acusó de ser un “caradura impresionante”. Estas declaraciones no se detienen en lo personal, sino que también incluyen ataques a la labor del Ejecutivo, al que acusa de impunidad, persecución a los jueces y amedrentamiento a los medios de comunicación. Lo que debería ser un debate sobre políticas públicas se convierte, una vez más, en un desfile de insultos sin sustancia.
Pero Ayuso no se limita a las entrevistas. En un evento del Partido Popular en Madrid, afirmó sin rubor que “Sánchez es chavismo” y calificó al presidente de “gobernante seducido por políticas propias de un caudillo bolivariano”. Una comparación tan desproporcionada como peligrosa, que no solo busca desacreditar al rival político, sino que también intenta alinearlo con dictaduras y modelos autoritarios que nada tienen que ver con el sistema democrático español.
EL INSULTO COMO ESTRATEGIA POLÍTICA
Más allá del contenido, lo preocupante es el uso sistemático del insulto como arma política. Ayuso ha encontrado en la descalificación personal su bandera, una herramienta que le ha permitido conectar con una parte de su electorado, ansiosa de confrontación y enemiga del consenso. En cada uno de sus discursos y entrevistas, parece buscar nuevas formas de avivar el fuego de la polarización.
En junio de 2024, en un desayuno informativo del Fórum Europa, Ayuso calificó a Sánchez como el “gobernante más corrupto y violento de Europa”, acusándole de “carcomer” España y de representar “el proyecto más autoritario y corrupto”. Palabras duras, sí, pero vacías de pruebas concretas. Lo más grave no es que estas acusaciones sean desproporcionadas, sino que forman parte de una estrategia que busca desprestigiar al adversario sin aportar soluciones ni propuestas alternativas.
Este tipo de retórica no solo empobrece el debate público, sino que también socava las instituciones democráticas. Cuando Ayuso acusa a Sánchez de actuar como un “matón” o de tener comportamientos “estalinistas”, no solo ataca al presidente, sino que socava la credibilidad de todo el sistema institucional del que forma parte. Esto no es solo un ataque contra Sánchez, es un ataque contra las reglas básicas de convivencia democrática.
Entre las declaraciones más preocupantes de la presidenta madrileña está su acusación de que el gobierno de Sánchez forma parte del mismo “proyecto” que ETA. Este tipo de afirmaciones son irresponsables, ya que banalizan el dolor causado por el terrorismo y trivializan un tema extremadamente sensible en la historia reciente de España.
UN RETROCESO PARA LA POLÍTICA ESPAÑOLA
Lo más llamativo de este enfrentamiento es que los insultos de Ayuso no parecen tener consecuencias reales para ella ni para su partido. En lugar de ser cuestionada por sus declaraciones, ha logrado consolidar su imagen de líder combativa y sin complejos, especialmente entre una parte del electorado que valora la confrontación directa. Sin embargo, esto plantea serias preguntas sobre el estado de la política española: ¿Hemos llegado a un punto en el que el insulto y la descalificación sustituyen al diálogo y el debate racional?
Al rechazar la invitación de Sánchez para reunirse, Ayuso justifica su ausencia alegando “difamaciones”. Pero, en realidad, lo que queda patente es que no se siente obligada a dar explicaciones sobre su propia retahíla de insultos. Mientras tanto, los problemas estructurales de Madrid, desde la sanidad hasta la vivienda, siguen sin recibir la atención que merecen, eclipsados por el ruido de la política espectáculo.
Este tipo de política basada en la crispación y el enfrentamiento personal es un retroceso para la calidad democrática. Los líderes y lideresas deben rendir cuentas por sus actos y decisiones, no por su capacidad para lanzar improperios contra sus rivales políticos. Ayuso ha demostrado una y otra vez que prefiere el insulto a la discusión seria, y su decisión de no reunirse con el presidente del Gobierno es solo el último ejemplo de esta estrategia.
Lo que está en juego no es solo el enfrentamiento entre dos figuras políticas, sino el tipo de política que queremos para España. Una política basada en el insulto y la confrontación solo nos lleva hacia una sociedad más dividida y polarizada.
Los insultos de Ayuso no solo son un reflejo de su estilo personal, sino también de una forma de hacer política que busca el conflicto permanente en lugar del consenso.
Los 18 insultos de Ayuso contra Pedro Sánchez:
Hijo de puta
Caradura
Socio de ETA
Meme de república bananera
Caudillo bolivariano
Autoritario
Corrupto
Chavista
Violento
Estafador
Tirano
Mafioso
Estalinista
Matón
Ultraizquierdista
Inhumano
Llorona
Matonismo democrático
El liderazgo de Feijóo queda en entredicho cada vez que uno de los suyos actúa por libre, y Ayuso lo sabe.
¿Qué ocurre cuando las y los líderes de un partido no están a la altura de las circunstancias? Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a demostrar que su ambición personal está por encima del proyecto colectivo del Partido Popular. En su último desafío, ha plantado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una ronda de reuniones que tenía como objetivo abordar la situación política actual, rompiendo con la línea que marcó su propio líder, Alberto Núñez Feijóo.
El desaire de Ayuso no es solo un acto de rebeldía. Es una muestra de que dentro del PP, la cohesión está rota. Feijóo había dejado claro que plantar a Sánchez sería un error, y sin embargo, la presidenta madrileña lo hizo. Mientras otros líderes autonómicos del PP acuden a Moncloa para negociar y proyectar una imagen de responsabilidad institucional, Ayuso decide saltarse las reglas del juego.
Esta crisis no solo revela las profundas divisiones internas dentro del PP, sino que además debilita la posición de Feijóo como líder. Su baronesa madrileña no solo lo desautoriza públicamente, sino que además deja claro que en Madrid manda ella. El partido, que en teoría debería estar unido frente a los retos que enfrenta, parece más bien una suma de feudos enfrentados, cada uno tirando en una dirección distinta.
Feijóo intenta mantener un equilibrio imposible, entre una Ayuso incontrolable y un Sánchez que se frota las manos viendo cómo el principal partido de la oposición se desmorona. Los demás barones del PP, aunque molestos con la actitud de la presidenta madrileña, han optado por el silencio o por una defensa tibia. El liderazgo de Feijóo queda en entredicho cada vez que uno de los suyos actúa por libre, y Ayuso lo sabe. Se aprovecha de esta debilidad para seguir construyendo su propio reino, incluso a costa de su propio partido.
EL DESGASTE DE LA POLÍTICA PERSONALISTA DE AYUSO
Este episodio no es el primero, ni será el último, en el que Ayuso actúa por su cuenta. La entrega de la medalla al presidente argentino Javier Milei, sin consultar a la dirección nacional del PP, fue solo otro ejemplo más de cómo la presidenta madrileña se siente por encima de cualquier norma interna. Feijóo lo dejó pasar, pero ahora el conflicto ha llegado a un punto insostenible.
El personalismo de Ayuso no solo está dañando al PP, sino que además beneficia directamente al PSOE. Cada vez que la presidenta madrileña decide romper con la estrategia del partido, Pedro Sánchez y su equipo aprovechan la oportunidad para profundizar en la brecha interna del PP. Es un regalo en bandeja de plata para el Gobierno, que necesita desviar la atención de sus propios problemas.
Mientras el resto de barones del PP acuden a Moncloa y mantienen, al menos de cara a la galería, una relación institucional con el Gobierno, Ayuso prefiere el espectáculo mediático. Su decisión de no asistir a la reunión con Sánchez, respaldada por argumentos de confrontación personal, solo refuerza la imagen de una política más interesada en su carrera que en los problemas reales de la ciudadanía.
El PP de Madrid sigue cosechando buenos resultados electorales, pero ¿a qué precio? Cada victoria de Ayuso parece ir acompañada de una nueva crisis interna en el partido. Los líderes del PP en otras comunidades autónomas observan con preocupación cómo la política madrileña eclipsa sus propios logros y les obliga a tomar partido en un conflicto que no han buscado. El liderazgo de Feijóo no solo está siendo cuestionado por sus rivales, sino también por los suyos.
Las y los dirigentes del PP que asisten a las reuniones con Sánchez lo hacen conscientes de que, al margen de las diferencias ideológicas, la política requiere de diálogo y de cumplimiento de las responsabilidades institucionales. Ayuso, en cambio, prefiere el ruido. Un ruido que debilita al PP como alternativa de gobierno y que le da a Sánchez la oportunidad perfecta para seguir en el poder.
La actitud de la presidenta madrileña no solo es irresponsable, sino que además muestra un profundo desprecio por el proceso democrático y por las reglas del juego político. En un momento en el que el PP debería estar unido y presentando una alternativa sólida al actual gobierno, Ayuso opta por dinamitar cualquier intento de cohesión interna.
En definitiva, el plante de Ayuso no es solo una decisión política desacertada, sino una muestra clara de la crisis que atraviesa el Partido Popular. Feijóo, que llegó a la dirección del partido con la promesa de orden y unidad, se enfrenta a un desafío que parece incapaz de manejar. Mientras tanto, Ayuso sigue marcando su propio camino, alejándose cada vez más del proyecto colectivo del PP y llevando al partido a una deriva peligrosa.
Fuente: contrainformacion.es
Fuente: Rosa María Artal en eldiario.es
Ayusato madrileño: un veneno para la democracia
Baila el PP al ritmo que marca Ayuso, bailan miembros y sectores de la justicia, los medios sufragados por ella son ya una orquesta completa
Estamos en unos extremos de degradacion inimaginables. La presidenta de Madrid ha establecido una especie de virreinato en el que reina por ella misma, con su consorte.
La política española está llegando a unos extremos de degradación inimaginables. Es el PP quien dirige la maniobra con su hambre de poder a cualquier precio aunque no se lo concedan los votos de los ciudadanos ni su escasa capacidad de alianzas. Dentro del PP, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha establecido una especie de virreinato –como los había en “Indias”– en el que reina por ella misma. No le ha faltado más que compartirlo con su nada ejemplar pareja, crecidos ambos para convertir en escándalo y finalmente en esperpento su relación de poder en la que sin duda cuentan con apoyos de peso en segmentos claves como la justicia o algunos medios. Marca de una época nefasta del PP, una más, el ayusato está tomando el PP. Un problema mayor sería que tomara España, aunque quizás su desmesura lo apee del camino.
Lo último es que Ayuso rechaza ir a una reunión con el presidente del Gobierno de España para hablar de asuntos que afectan a los ciudadanos residentes en Madrid. La muy soberbia presidenta de la Comunidad se cree con derecho a jugar con las instituciones para resolver sus problemas personales. Y lo terrible es que arrastra a todo el Partido Popular a unas dimensiones desconocidas, si bien empieza a haber reacciones. Tímidas, en privado; de puertas afuera se diría que la temen más que a un tornado.
Génova intentó, de entrada, minimizar la increíble postura de su estrella del pop político y soltó, en conversación con ElDiario.es, el asombroso argumento de que el enfado es porque “el presidente del Gobierno no pide la dimisión del fiscal general del Estado, imputado por perseguir a Ayuso”, y porque Sánchez “la ha llamado corrupta a ella que no está imputada por nada”. En todos los oídos asombrados resonaba su insulto en el Congreso cuando llamó a Sánchez “hijo de puta”, que eso fue lo que dijo.
Hasta ahora no habían dicho de forma tan clara que la investigación –que no imputación, al menos por el momento– es por “perseguir a Ayuso”. De aquí que el guardaespaldas y guardapoltronas de la doña se permitiera amenazar con uno de sus p´alante al Fiscal General del Estado. ¿Por perseguir a Ayuso? El más alto tribunal de la justicia española actuó como Miguel Ángel Rodríguez quería y el brazo mediático colaboró con sus versiones ad hoc, según costumbre. Añadieron, para gusto de medios y personal, el problema de la fiscalidad de Catalunya sin que ni TVE en su Telediario estrella, por ejemplo, informara de que la principal desigualdad fiscal reside en ese Madrid del ayusato, paraíso fiscal para los ricos.
¿Qué está pasando en este país? Ya es gravísimo en sí perseguir al Fiscal General del Estado con estos fundamentos, incluso con los argüidos en primer lugar de los correos que tenía todo el mundo. Pero es que el Partido Popular se pliega ante la ira de esta dirigente henchida de arrogancia y llega a hablar –el valenciano Mazón lo hace– de “persecución implacable” a Ayuso. Por exigir que su novio, consorte en el ayusato, cotice en Hacienda lo que debe, como hace la inmensa mayoría de los españoles. Porque no solo se llevó comisiones obscenas por las famosas mascarillas –dos millones de euros– sino que pretendió no pagar ni siquiera los impuestos correspondientes, según ha confesado él mismo. Y que a nadie se le ocurra repetirlo, porque lo denuncia,
La persecución implacable y el trato despiadado no se ven por parte alguna: la Agencia Tributaria se reunió en 17 ocasiones con el novio de Ayuso antes de denunciarle por tres delitos: dos de fraude fiscal y uno de falsedad documental. Y él aceptó los cargos, el pago de 520.000 euros y ocho meses de cárcel (que no implican entrar en prisión, por carecer de antecedentes).
Es tal la torpeza y arrogancia de la parejita que han conseguido el efecto contrario al perseguido, se supone. Ahora toda España y puede que “parte del extranjero” saben que el pollo intentó desgravarse hilo dental, desodorante, un saxofón, las toallitas para limpiarlo, un Rolex de 8.700 euros, la reparación del Porche que posee y hasta una bolsa camiseta del supermercado de 0,08 euros. Artículos de uso privado, en una “práctica irregular” para “aminorar indebidamente el beneficio” empresarial ante la Agencia Tributaria, destaca el sindicato de técnicos de Hacienda GESTHA, según informa Miguel Ángel Campos en la Cadena Ser. Cuesta contener el sonrojo y la indignación solo de escribirlo.
Baila el PP al ritmo que marca Ayuso, bailan miembros y sectores de la justicia, los medios sufragados por ella son ya una orquesta completa. Sigue el bochorno al leer este martes en esos entrecomillados de El Mundo que rara vez llevan persona que los pronuncie: “Ella se lo puede permitir”, atribuido a barones del partido, para concluir que el PP asume “la singularidad” de Ayuso.
El PP puede asumir lo que quiera, ellos sabrán dónde están metidos, pero es que Ayuso quiere poner en jaque al Gobierno y, por tanto, al Estado. Por cierto, la relación envenenada la inició a Ayuso en la pandemia en efecto, e hizo acudir al presidente del gobierno a su Puerta del Sol, que rodeó de banderas. Otro acto “de Estado” de la megalómana.
Y continúa. Incluso en su situación, Ayuso lanza el órdago de humillar a Pedro Sánchez convocándole a que declare en la Asamblea de Madrid sobre su mujer y la Universidad Complutense. Es demasiado desprecio a las Instituciones. Y más que llegada la hora de que la Fiscalía se tome en serio la amarga muerte de 7291 ancianos en las residencias de Madrid. Igual hay que terminar en Estrasburgo dado el cariz de lo que ocurre en España.
Pero, ¿quién es y qué pinta Ayuso? Un peón, con muy mala baba, sin escrúpulos ni alma, osada y violenta. Va a terminar por hacer más daño que favor al proyecto “empresarial” de esta derecha. Hasta ahora está claro que les ha sido muy útil. El Madrid para ricos ha funcionado y los votantes del PP con menos recursos la aplauden como a una diosa, aunque precarice la sanidad de todos, incluida la de ellos y sus familias, entre otros muchos desgarros. 1.500.000 personas le dieron mayoría absoluta tras la masacre de las residencias de ancianos, tan dolorosa por su protocolo de la vergüenza. No lo hemos comentado, pero da miedo esta comunidad donde la persona más insospechada puede ser una de sus cómplices. La siembra del odio –que tanto une– no puede marchar mejor. Llamó desde la Asamblea de Madrid, la Cámara que representa la voluntad de los ciudadanos, también a una manifestación contra Sánchez. Ella, como las emperatrices, no fue. Pero permitió ver su obra en algunos manifestantes. En ésta –solo la enlazo para evitar el asco– que recogió uno de sus medios de referencia, OkDiario. Ése que recibió más de medio millón de euros en 2023, según informa Público. Losantos y Negre también se vieron bien servidos del remedo de financiación que llaman publicidad institucional y que algunos políticos usan tan sectariamente.
No podemos vivir así. Con un defraudador fiscal confeso que se permite pedir a Tribunal Supremo que acceda al email personal del fiscal general del Estado, como si se tratase de un caso de terrorismo en el que peligra todo un país y todo para certificar quién filtró los famosos emails que tenía todo el mundo sobre su oferta a pactar un arreglo a los delitos fiscales que le imputaban. Que se pare el mundo que habla Alberto González Amador, consorte del ayusato. O con un Tribunal Constitucional que retrasa una sentencia que perjudica a Ayuso (sobre la Ley Trans que modificó), entre un sinfín de añadidos preocupantes de un funcionamiento que cruje por cualquier lado que se le mire. Con la presidenta de una Comunidad autónoma en pie de guerra por motivos y emociones personales.
Por la inacción de unos y la colaboración de otros, la degradación de la política en España adquiere unos extremos temibles. Así suelen avanzar los fascismos y las tiranías, llevando al poder a gente como la muestra de la manifestación o… como la propia Ayuso. Sinceramente, creo que con sus ínfulas se está jugando su futuro, con cuanto implica. Sería lo mejor para la mayoría social, pero cualquiera sabe.
Fuente: Rosa María Artal en eldiario.es
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