Desplantes de Ayuso a Feijóo y a Sánchez

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Casi desde el mismo momento del aterrizaje del gallego en Madrid, la presidenta regional ha marcado distancias con sus políticas y ha desautorizado una y otra vez sus movimiento tácticos y estratégicos

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.

Isabel Díaz Ayuso dejó muy claras sus intenciones a Alberto Núñez Feijóo en marzo de 2022. Ella ya era presidenta de Madrid, y él recorría España antes de asumir el liderazgo del PP nacional tras la defenestración de Pablo Casado. “Somos un mensaje nacional al servicio de España”, espetó Ayuso frente a Feijóo. Y añadió que el PP de Madrid es “un equipo que tiene poca paciencia para las tonterías, poco aguante para las imposiciones”. No han pasado tres años y Ayuso ya ha desautorizado a su supuesto jefe de filas en no pocas ocasiones.

La última, esta misma semana y a cuenta de la ronda de reuniones de Pedro Sánchez con los presidentes autonómicos. Feijóo dijo en público a principios de septiembre que sería “un error” no asistir a la cita, y añadió: “La presidenta Ayuso sabe muy bien que su responsabilidad es defender los intereses de los madrileños y practicar una política de Estado, y eso es lo que ha venido haciendo siempre”. Un par de días antes, Ayuso planteó, también en público, un plante generalizado de todo el PP al presidente del Gobierno.

Al final, todos los presidentes del PP acudirán a la Moncloa. Todos, menos Ayuso, quien anunció ayer su plante unilateral a Sánchez. Desde el equipo de Feijóo aseguraron el mismo lunes que él mantenía su posición, es decir, que consideraba un “error” la decisión. Pero este martes, el líder del PP no ha podido huir de la prensa como pretendía y ha deslizado un lacónico “¿cómo no la voy a respaldar?” a preguntas de los periodistas.

Como él, el resto de barones del PP han lanzado mensajes de apoyo en público, pese a que ella ha insistido en una entrevista en la Cope en que “muchas veces” ha tomado “decisiones en solitario, a veces a contracorriente, porque pensaba que era lo mejor y es lo que pasa en este caso”. “Yo no quiero ser parte de esa foto de la normalidad”, añadió, lo que supone que los otros 13 dirigentes autonómicos que van a ir, o ya han ido, a la Moncloa, sí quieren serlo.

Pero los desplantes de Ayuso a Feijóo comenzaron ya en 2022. El dirigente gallego aterrizó en Madrid con la popularidad disparada y manos libres para hacer un partido a su antojo. Los barones recurrieron al más experimentado de ellos, al que había ganado cuatro mayorías absolutas, para ganar a Pedro Sánchez. Feijóo eligió su primera dirección a su antojo, y dejó fuera a la gente de Ayuso, quien abandonó aquel congreso extraordinario de Sevilla visiblemente enfadada.

No volvió a pasar. A la vuelta del verano de 2022 el aura de imbatible abandonó a Feijóo. Y comenzaron los problemas internos, con las desautorizaciones de Ayuso como flanco más débil.

Aborto de menores

Ese mismo mes de septiembre de 2022 Ayuso se desmarcó de la tesis central del PP en uno de los asuntos ideológicos clave: el aborto. La presidenta de Madrid, que acababa de estrenar el liderazgo del PP en la región, defendió que las menores de 16 y 17 años pudieran interrumpir su embarazo de forma voluntaria sin autorización de sus tutores legales. 

En enero de 2023, Feijóo zanjó la polémica con un cambio de la posición histórica del PP, aunque sin atreverse a someterlo a una votación congresual. El PP pasó a defender la ley de plazos tras 12 años de recursos ante el Tribunal Constitucional, quizá porque ya sabían que el tribunal de garantías estaba a punto de sentenciar a favor.

CGPJ

Antes de terminar 2022 Ayuso volvió a torcer el brazo a Feijóo. El PP cerró un acuerdo con el Gobierno para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Pero la presidenta de Madrid contactó con Feijóo para mostrarle su oposición al acuerdo. Y la dirección nacional del PP cedió a la presión.

Los de Feijóo alegaron luego que el Gobierno les había engañado con la reforma de la sedición y la malversación y que, por eso, habían roto el acuerdo. Pero la modificación del Código Penal se había negociado en paralelo al nuevo CGPJ y solo fue relevante tras la llamada de Ayuso, a quien luego se unió Juan Manuel Moreno.

Feijóo aprendió la lección y, ya en 2024, llevó muy en secreto las negociaciones para renovar el órgano de gobierno de los jueces. Solo cuando ya estaba cerrado y firmado el líder del PP avisó a su barones autonómicos. Ayuso no estaba ni siquiera en España.

Negociar con el PSOE es de “bisoños”

El rechazo al pacto por el CGPJ se puede hacer extensible a cualquier negociación del PP con el PSOE o el Gobierno. En agosto de 2023, en el arranque del curso político, Ayuso espetó delante de Feijóo: “Abramos los ojos. La base social del PSOE ha cambiado. Ya no es la igualdad que tanto han empleado. No nos damos cuenta, apelamos de manera bisoña a un partido cuyos principios se esfumaron, unos supuestos valores socialistas ya no existen”.

Ayuso calificó así de inexperto a su jefe de filas apenas un día después de que Feijóo ofreciera al PSOE un acuerdo para pactar un programa de gobierno de dos años si le hacían presidente tras su triunfo insuficiente en las urnas de ese 23 de julio. 

La foto con Junts

La victoria de Feijóo el 23J fue un espejismo. Pronto se vio que la aritmética parlamentaria no era proclive para el PP que necesitaba, sí o sí, los apoyos de Vox, pero además los del PNV o los de Junts. El PP intentó atraer al PNV, que desde el primer momento se negó. En público y en privado. La competencia electoral con EH Bildu hacía imposible sumar a los nacionalistas vascos con Vox.

Las conversaciones con Junts fueron más discretas y en ellas se pusieron sobre la mesa opciones como la amnistía, que el PP rechazó, o los indultos para Carles Puigdemont y los suyos, tal y como reveló un alto cargo del partido meses después. Esas negociaciones secretas no trascendieron, pero sí una reunión pública entre la secretaria general, Cuca Gamarra, y el grupo de Junts. Aunque desde la dirección nacional intentaron presentar la cita como una cortesía con todos los grupos, el sector más ultra del PP se rebeló contra el encuentro por boca del por entonces líder en Catalunya, Alejandro Fernández.

Ayuso se mantuvo en silencio pero, un año después, ha echado un jarro de agua fría a la conjetura de una moción de censura instrumental con Vox y Junts para echar a Pedro Sánchez e ir a elecciones que algunos barruntan en la derecha: “Nunca pactaría con Junts una moción contra Sánchez, no son de fiar”.

Alejandro Fernández al poder

La purga del líder del PP de Catalunya fue otro enfrentamiento directo de Feijóo con su sector más duro. El líder nacional tenía claro que con Alejandro Fernández como candidato sus opciones de recuperar capacidad de interlocución política, económica y social en Catalunya sería, en el mejor de los casos, muy difícil y limitada.

Feijóo intentó durante meses aplicar contra Fernández una vieja estrategia heredada de otros ilustres dirigentes provenientes del PP gallego: dejar que el problema se arregle solo. Lo hizo en Euskadi donde, sin ruido público, logró que Carlos Iturgaiz entendiera que no era el candidato deseado y diera un paso atrás para dar el relevo a Javier de Andrés.

Pero Alejandro Fernández contó con el respaldo directo de Isabel Díaz Ayuso, Cayetana Álvarez de Toledo e incluso de exdirigentes como José María Aznar y Esperanza Aguirre. Feijóo evitó la bronca pública y asumió su imposibilidad para moverle la silla. El PP subió hasta los 15 diputados y superó a Vox, pero no logró desfondarles ni convertirse en claves para la gobernabilidad.

Semana laboral de cuatro días

El penúltimo desplante de Ayuso hacia Feijóo ha atacado a la nueva estrategia que el PP ha intentado poner en marcha a la vuelta del verano para centrar su acción de oposición en temas cercanos a la vida real de la gente, como la vivienda o la conciliación familiar.

El primero de los hitos fue, precisamente, una proposición de ley que recoge las medidas del PP para entrar en un debate que tiene mucha incidencia sobre todo entre las personas más jóvenes: la combinación de la vida personal con el trabajo. 

Al margen de la ley Feijóo también deslizó la idea de apoyar algún tipo de mecanismo que permita, sin reducir la jornada laboral, trabajar cuatro días a la semana. Es decir, acumular horas o gestionar el tiempo de una forma más “flexible”. Eso sí, siempre en el marco de la negociación colectiva, sin perjudicar a la “productividad” y sin convertirlo en ley. Al servicio de la empresa.

Aun así, el Gobierno de Ayuso salió a mostrar su rechazo a una medida que, de hecho, ya es posible y se practica en muchas empresas. “Nosotros, en este momento y como Gobierno de la comunidad estamos totalmente en contra de lo que podría ser la reducción de una jornada laboral”, dijo el portavoz del Ejecutivo autonómico preguntado expresamente por la idea lanzada por Feijóo.

Fuente: Aitor Riveiro en eldiario.es

Fuente: Contrainformacion.es

El colapso del liderazgo de Feijóo tras el desplante de Ayuso a Sánchez

Feijóo pierde el control del Partido Popular mientras Ayuso refuerza su poder con una estrategia de confrontación directa

El Partido Popular atraviesa una de sus crisis más profundas, y gran parte de la responsabilidad recae en la confrontación abierta que Isabel Díaz Ayuso ha protagonizado frente a su propio líder. Lo que en otros tiempos fue un partido disciplinado ahora se muestra fragmentado y sin rumbo claro.

AYUSO DESAFÍA A FEIJÓO Y EXPONE LA DEBILIDAD DEL LIDERAZGO

El último capítulo de esta crisis se escribió cuando Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, decidió no reunirse con Pedro Sánchez, en abierto desafío a la estrategia de Alberto Núñez Feijóo. Mientras los demás presidentes autonómicos del Partido Popular siguieron las indicaciones de su líder, Ayuso marcó distancia con un gesto claro: no acatar órdenes que, en su visión, legitimen de alguna manera las políticas del gobierno central. Esta acción no solo refleja una actitud de rebeldía individual, sino que también pone en jaque la cohesión interna del partido.

En un momento en el que la política española demanda claridad y unidad, Ayuso ha optado por polarizar el debate dentro del PP, convirtiéndose en una figura que desafía abiertamente a Feijóo. La imagen de la presidenta madrileña como una líder que no se doblega ante nadie —ni siquiera ante sus compañeros y compañeras de partido— ha generado un eco entre ciertos sectores del electorado conservador que ven en ella la esperanza de un futuro libre de concesiones con el gobierno de izquierdas.

Feijóo, en cambio, parece cada vez más atrapado entre dos fuegos. Su silencio frente a Ayuso no es una muestra de prudencia, sino de parálisis. En lugar de tomar una postura clara, el líder del PP ha optado por declaraciones ambiguas, como cuando intentó restar importancia al desplante de Ayuso asegurando que “todos estamos con Ayuso”. ¿Cómo puede afirmarse semejante cosa cuando las acciones de la presidenta madrileña contradicen directamente las indicaciones de Feijóo? La contradicción entre palabras y hechos es ya demasiado evidente.

Algunos analistas políticos comparan la situación actual con la que vivió Pablo Casado antes de su caída. En aquel entonces, también fue Ayuso quien abrió grietas en el liderazgo del partido, y los resultados fueron catastróficos para Casado. Hoy, Feijóo enfrenta una situación similar, y la lección parece clara: un líder que no puede controlar a las y los barones de su partido está destinado a fracasar. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha mostrado que no necesita alinearse con la estrategia de Feijóo para sobrevivir en la política nacional; de hecho, parece que se fortalece precisamente al diferenciarse del discurso moderado del líder popular.

LA ESTRATEGIA AUTÓNOMA DE AYUSO: UN PARTIDO A SU MEDIDA

Isabel Díaz Ayuso ha demostrado una y otra vez que su visión política no está sujeta a los dictados de Génova. Su negativa a reunirse con Sánchez es solo el último ejemplo de una serie de gestos que la sitúan como una figura que va por libre, alguien que no se somete a las normas del juego que impone la dirección central del partido. Pero esto no es solo una estrategia de diferenciación política; es una maniobra calculada para fortalecer su posición dentro del electorado conservador más radical, un sector que no está dispuesto a ningún tipo de acuerdo con el gobierno de coalición.

Feijóo, por su parte, sigue atrapado en una promesa incumplida de moderación. Cuando asumió el liderazgo del PP, lo hizo bajo el estandarte de un proyecto centrado, capaz de recuperar a quienes habían abandonado el partido por su giro a la derecha bajo la dirección de Casado. Sin embargo, con el tiempo, Feijóo se ha mostrado incapaz de imponer una línea clara, cediendo terreno ante el discurso incendiario de Ayuso. La presidenta madrileña, en cambio, ha sabido posicionarse como la líder indiscutible de una corriente interna que ve en la confrontación constante una virtud y no un defecto.

En este contexto, otros líderes autonómicos del PP quedan en una situación incómoda. Por un lado, han seguido las órdenes de Feijóo reuniéndose con Sánchez, lo que ahora parece una suerte de traición a la línea dura que Ayuso ha marcado. Por otro lado, deben justificar su lealtad a un líder que parece cada vez más debilitado. La fractura interna es más que evidente, y la postura de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha dejado claro que ella no tiene reparos en dejar en evidencia la debilidad de su líder.

Este choque de estrategias revela la profundidad de la crisis en el PP. Feijóo, atrapado entre su deseo de presentarse como un líder moderado y su incapacidad para frenar la escalada de Ayuso, se arriesga a perder tanto el control interno como el respaldo de un sector del electorado que ve en la presidenta madrileña una figura más combativa, más cercana a sus valores.

El liderazgo de Feijóo está en la cuerda floja. Y mientras Ayuso continúe actuando sin rendir cuentas, Feijóo no podrá hacer otra cosa que contemplar cómo su partido, una vez sólido y disciplinado, se resquebraja.

Fuente: Contrainformacion.es

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