Madman o el reverso del superhéroe Marvel

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Mike Allred creó en 1990 el madmaniverso, un lugar de ensueño donde cultura pop, sci-fi, pulp y surrealismo a lo Dr. Who se dan la mano en una saga de aventuras lisérgicas que nos mostró al super(anti)héroe más entrañable de la historia del cómic

Viñeta de ‘Madman’ de Mike Allred / Imagen cortesía de Planeta Cómic.

En 2022 Planeta Cómic decidió reeditar lo que para muchos parecía imposible: las andanzas de Madman en tomos completísimos, que acaban de llegar recientemente al tercero de un total de cinco. Dicho milagro subsana una pésima edición previa en España de una creación que, por derecho propio, merece estar entre las más interesantes publicaciones del cómic underground, al lado de intocables como Locas de Jaime Hernandez, por ejemplo.

No es para menos cuando hablamos de un personaje que derrocha empatía a través de su disfraz, inspirado directamente en la era Aladdin Sane de David Bowie y que arrancó en 1990 con el primer número de Creatures of the Id.

No fue hasta siete años después cuando pudimos ver publicado Madman en el mercado español por medio de su crossover con Nexus, otra joya sci-fi con la que Mike Baron y Steve Rude alcanzaron la gloria.

‘Madman’ es un canto a la esencia del entretenimiento hilado a partir de subgéneros nunca reconocidos como cultura de alta graduación

Madman es un canto a la esencia del entretenimiento hilado a partir de subgéneros nunca reconocidos como cultura de alta graduación. En este sentido, su perspectiva totalmente desprejuiciada nos hace asistir a un festín de viajes en el tiempo, extraterrestres de serie B, científicos locos, robótica a lo Julio Verne y guiños inequívocos a cómics como Rocketeer.

Todo cobra sentido en un megapuzle donde la ciencia ficción define la pulsión de una disparatada serie de idiosincrasia sesentera para la cual todo parece estar regido por una regla mayor: subrayar su condición de cómic outsider a través de la máxima expresión de un ideal. Dicho de otro modo, lo que podría ser un cómic en las antípodas de lo que significaba la patente Marvel de superhéroes en los años 90. No en vano, ¿a quién se le pueden ocurrir villanos más delirantes que beatniks hablando en su propia jerga o extraterrestres repulsivos que buscan a su amor para comérselo después de la boda?

Todo eso y mucho más se filtra en el viaje delirante hasta los orígenes de Frank Einstein, nuestro héroe, cuyo nombre está inspirado por Frank Sinatra y el mítico científico, pero que en realidad se presenta como un alter ego deconstruido del propio Mike Allred. Así como él mismo llegó a reconocer en una entrevista concedida a The Comics Journal: “Hay un hecho cierto con la mayoría de los escritores. Y es que no tienes más que tus experiencias o lo que has absorbido a lo largo del tiempo. Así que, por supuesto, una gran parte de uno va a estar reflejado en todos los personajes creados. De hecho, llegué a la conclusión de que yo era Frank Einstein y que eso era algo bueno, y que no debería avergonzarme ni sentirme incómodo o evitar usar este vehículo para expresarme aún más. Permití que Frank Einstein hablara más por mí. A través de la narración, he podido ofrecer un comentario de todo lo que me había sucedido antes en mi vida, de todo lo que estaba sucediendo y de todo lo que estaba planeando que sucediera. Así es como todo eso se unió realmente. Ahora, siempre que quiero profundizar en los sentimientos, la filosofía y el existencialismo… cosas que disfruto o me preocupan… aflora Frank Einstein”.

Madman vive en Snap City, una ciudad donde lo normal es vivir en un día a día que parece un cruce imposible entre Dr. Who y el universo de John Waters, donde personajes como Joe, la novia de Frank, parecen haber inspirado a Dawn Greenwood, protagonista en la memorable etapa del Estela Plateada de Dan Slott y el propio Mike Allred, cuyo sello locuaz también se hace patente en otra serie de Marvel como X-tatix (ambas reeditadas recientemente por Panini en jugosos tomos Omnibus), con la que se presenta como un intruso que rompe con todas las reglas estéticas de La Casa de las Ideas por medio de sus trazos descaradamente pop. Su mujer, Laura Allred, redimensiona el estilo clásico, de inspiración kirbyana, de su marido por medio de un dominio de los colores primarios al nivel de genios de la viñeta como Mattioli, quien a su vez fue influencia directa de figuras claves del cómic y los dibujos animados creados por Matt Groening.

El hecho de que colecciones como las citadas anteriormente sean dos de las más recomendables surgidas de Marvel subraya la personalidad única de un autor y su familia que se sirvieron de Madman para crear la niña de sus ojos. Una que fue ganando matices en el dibujo conforme avanza, hasta el punto de alcanzar una expresividad de gestos mínimos digna de estudio. De hecho, nunca una cara tras una máscara ha dicho tanto con tan poco. Eso por no hablar de su yo-yo, utilizado como la antítesis más extrema que pueda existir de los típicos rayos mortales a los que nos tienen acostumbrados en los cómics de superhéroes.

Madman se erige como un superhéroe con quien Mike Allred llega a juguetear con derivas existencialistas que siempre sabe llevar hacia el lado cómico, pero también melancólico

De sus reflejos sobrenaturales a sus capacidades precognitivas, Madman se erige como un superhéroe con quien Mike Allred llega a juguetear con derivas existencialistas que siempre sabe llevar hacia el lado cómico, pero también melancólico.

Estamos ante una serie donde el humor absurdo es uno de los bastiones sobre los que se sustenta toda la estructura argumental. La cual no deja de mejorar con el paso de los números hasta el punto de convertirse en un What if…? en progresión donde caben misterios de crímenes en el mar, locas historias circenses y cameos como el de Hellboy. No en vano, a lo largo de las actuales reediciones de Planeta Cómic están incluidas ilustraciones que han hecho de Madman figuras del noveno arte como John Byrne, Matt Groening, Todd McFarlane, Paul Pope, Frank Quitely, Mike Mignola o Peter Bagge. Pero, sobre todo, gigantes como Moebius y Jack Kirby. Poca broma.

Precisamente, en estas reedicciones también podemos disfrutar de una miniserie como The Atomics, que expresa a la perfección la mentalidad de Allred cuando habla de lo que supone la necesidad de libertad ante una industria del cómic para la que Madman supone un verso libre totalmente ajeno a convenciones comerciales: “No me importa tanto el género como la calidad general. Un cómic puede ser sobre vendedores de seguros si puede ser interesante y artístico. Hechos simples: la industria sigue estando sostenida por los cómics de superhéroes. Probablemente siempre lo estará y los disfraces crean personajes coloridos, aunque solo sea en la superficie. Cuando escribí The Atomics, era optimista sobre el éxito que podrían tener otros géneros dentro de la industria. Todavía no ha sucedido. The Atomics fue un experimento para ver si los superhéroes también se vendían mejor como independientes. Lo hicieron. Si bien también estoy orgulloso del proyecto Red Rocket 7, no fue un éxito comercial. Demasiado raro”.

Los ideales expresados por Mike Allred definen el ADN de un pequeño milagro como Madman, cuya mera existencia responde a una necesidad primaria por poder habitar mundos que se escapan de los convencionalismos de consumo habitual y que, de paso, nos adentra en una espiral vertiginosa de aventuras que dignifican la serie B como muestra de arte mayor.

Fuente: Marcos Gendre en elsaltodiario.com
Todas las Imágenes son cortesía de Planeta Cómic

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